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viernes, 11 de diciembre de 2009

2º parte

Aparto la vista con resignación del vacío y desastroso examen sorpresa y me dedico a observar las caras de ansiedad de mis compañeros de clase. Algunos ya se han dado por vencidos y se han resignado al inminente suspenso, otros dedican los últimos minutos de clase a repasar una y otra vez sus exámenes. Me incluyo en el primer grupo, por supuesto.
Estoy empezando a padecer los más que conocidos síntomas del aburrimiento. Bueno, la verdad es que llevo media hora deseando que acabe la clase por tres razones: la primera, necesito ver a Alexander, la segunda, estoy ansiosa por recoger mi disfraz de Halloween de la tintorería y... por último (pero no menos importante), tengo demasiadas cosas pendientes antes de morir (de aburrimiento).
Apoyo la cabeza en mi mano y dejo que mis ojos se cierren unos segundos...
Llevo horas bailando bajo la luz de los focos. Ya he bailado con todo el equipo de jugadores de fútbol, un sueño para cualquiera, aún así me siento vacía.
Siento que aún falta algo para que la noche sea una noche perfecta, pero no tengo claro qué es. Miro a ambos lados pero las parejas que bailan en el centro de la pista me impiden ver que hay más allá. Más allá de la música, más allá de los focos, más allá de todas las cosas superficiales que me rodean.
Entonces lo siento. Una presencia detrás de mí. Y tengo perfectamente claro que la persona que acecha a mis espaldas es aquella a la que yo andaba buscando. Me giro lentamente, estoy deseando ver su rostro pero a la vez hay una voz en mi interior que grita mi nombre y me recuerda que hay cosas que es mejor no saber...
- ¡Linda!
No. Oh, no. Eso ha sonado, por desgracia, demasiado cerca y capto a la primera que el sueño ha acabado. Esto es real.
Me giro y veo que Caroline me mira con el ceño fruncido. He vuelto a soñar despierta. Bueno, eso creo. Espero no haber soñado “dormida”.
Miro asustada hacia el frente esperando una (nueva) bronca del profesor Cast, pero él ya no está. (No pienso volver a plantearme la posibilidad de que la suerte me sonríe, estoy segura de que me llevaré una decepción)
- ¡Linda!, ¿pero qué te pasa? El profesor se fue hace un rato y sigues ahí plantada.- Caroline sacude la cabeza con desagrado en mi dirección.- Yo que tú iría hacia la clase me toca. Aunque estoy segura de que volverás a llegar tarde.- Se encoge de hombros como si fuera lo más obvio del mundo y sale del aula meneando las caderas de forma exagerada (estoy segura de que algún día se va a dislocar las caderas) y rodeada de su club de fans, ¡uy!, perdón, “amigos”.
Pongo cara de fastidio, me levanto y guardo los libros en mi vieja mochila tuneada por chapitas de grupos música.
Mi día no puede ser más fastidioso, y lo peor es que esto es lo que me espera hasta que, por fin, pueda ir a la universidad.
Hurgo en mi mochila en busca del horario de clases. Sí, lo admito, aún no me lo he aprendido y tampoco es que tenga ganas. Prefiero perder la noción del tiempo.
¡Bien! Tengo clase de ciencias, esta vez coincido con Alexander. Será mejor que llegue pronto, no quiero que me hagan quedar en ridículo delante de él.
Me abro paso precipitadamente por el pasillo y de las prisas me choco con alguien. Tengo los nervios a flor de piel así que levanto la vista con la intención de soltarle una palabrota despectiva al torpe que...
- Alexander.- Me quedo plantada en mi sitio sin apartar la vista de él, como quien ve una estrella fugaz y la observa mientras puede porque sabe que ésta no va a volver.
- ¡Lindy!- Parece sorprendido y a la vez contento de verme. Un mechón de pelo negro ondulado le cae despreocupadamente sobre los ojos y tengo unas ganas incontrolables de apartárselo con mi mano, pero consigo contenerme a duras penas.- Estás aquí. Caroline me ha dicho que estabas guardando los libros de física en tu taquilla.
- ¿Eso te ha dicho?- Me parece increíble que Alexander se sorprenda. Caroline siempre intenta evitar que él y yo hablemos. Le pone muy celosa.- Acabo de salir de clase. Es que me he retrasado un poco.- De repente me asalta una duda, una duda muy esperanzadora.- ¿Por qué querías encontrarme?
Una dulce y bonita sonrisa aflora a sus labios. Me quedo completamente abducida por su belleza y apenas soy capaz de escucharle.
- ¿Qué me dices?
- ¿Sobre qué?
- Sobre lo que acabo de pedirte.
Mi corazón late demasiado deprisa. OhDiosMío. Espero que sea lo que yo estoy pensando. Por favor, suerte, no me dejes marginada.
Pero una vez más suena la exasperante campanita que anuncia el principio de las clases y Alexander promete repetirme la propuesta más tarde.

2 comentarios:

  1. hasta ahora me gusta como va es interesante
    y mira que es dificil que a mi me guste algo que se tenga que leer pero si esta chulo

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  2. Gracias patiiii¡¡¡
    TeQuierooooooooooooooooooooo
    y feliz cumpleaños, ya que estams ;)

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